Hoy no voy a hablar yo, sino que os voy a dejar el testimonio de una guerrera muy valiente. Una fiel lectora de este blog que, tras una larga y árida lucha, está más dispuesta que nunca a romper las cadenas de la esclavitud de la anorexia.
Os dejo con ella:
20 años de anorexia
Llevo casi veinte años enferma de anorexia, desde los 17 años y ahora tengo 36… Madre mía, escribirlo me hace sentir tremendamente triste… Recuerdo con 23 años, cuando empecé el tratamiento que mejor me ha funcionado, y me explicaban que la recuperación es larga, entre los tres y los cinco años me decían, y yo pensé: ”Puff, ¡¡¡cinco años!!!». Ahora miro atrás y pienso que ojalá hubiesen sido cinco años, ya han pasado trece desde ese día, y sigo enferma…
Me da mucha tristeza porque dejé pasar la oportunidad de recuperarme en ese tratamiento, con el que llegué bastante lejos en la recuperación; creo que es el mejor tratamiento que he tenido, pero al final no conseguí dejar la enfermedad atrás. Veo que he perdido muchos años, y a veces pienso que con 36 años ya soy muy mayor para ciertas cosas, por ejemplo para conseguir el proyecto de vida que siempre anhelé: formar una familia…
Pero sigo viva y, por tanto, ¡no es tarde para reencauzar mi vida y empezar a escribirla de otra manera! Quizá no pueda formar una familia, pero tengo algo claro: no quiero verme con cuarenta o cincuenta años y seguir viéndome en hospitales y tan empequeñecida como me deja esta enfermedad; sino mirar atrás y sentirme orgullosa de haber conseguido superar esta enfermedad, de tener un peso sano y de disfrutar comiendo lo adecuado, ni más ni menos, es decir, disfrutar cuidándome. Es lo que estoy empezando a hacer ahora… y me gustaría compartir qué está moviéndome a ello por si a alguien más le puede ayudar… Pero antes, dejadme que explique cómo empezó todo y que ha mantenido dentro de mí esta enfermedad durante tanto tiempo…
Hadassa, te deseo mucha suerte en tu recuperación, mira a tu alrededor seguro que hay mucha gente que te quiere y te valora más de lo que tu crees y pueden ayudarte, buscalos.
Los demas nos ven mejor que nosotros mismos, nuestros miedos no nos dejan verlo y nos minusvaloramos.
Impresionante testimonio de una muy larga lucha contra una enfermedad cruel. Contemplación del sufrimiento. Y esperanza de llegar a la curación con ayuda De Dios.
Es curioso, la lectura me ha evocado dos lugares que tienen en común luz atenuada, recogimiento, respeto y sentimiento. El espacio donde se admira El cuadro La Virgen de las rocas atribuido a Leonardo en la National Gallery. Notre Dame de Ronchamp, cuyo interior deja una huella imborrable.