En este blog exploramos mucho la interrelación entre alma y cuerpo: cómo debemos cuidar la salud de nuestro cuerpo desde la salud de nuestra alma, y como podemos elevar nuestra alma a Dios a través de lo corporal. Una expresión privilegiada de esto es la liturgia, cuyo punto cumbre es la Santa Misa.
El domingo pasado, descubrí una nueva forma de vivirla, aunque más bien debería decir que redescubrí una forma ancestral de vivirla, pero que hoy en día —desgraciadamente— se ha perdido en gran medida. Me refiero a la Misa Tridentina o de rito tradicional.
Puedo señalar tres puntos de inflexión en mi vida en relación con la Misa. El primero sería empezar a ser católica practicante, e ir los domingos, en mi adolescencia. El segundo, ir también a Misa diaria, en lo que me fui introduciendo desde primero de carrera. Y puedo afirmar que ir a Misa Tridentina sería el tercero.
A continuación, voy a resumir las cosas que más me gustaron, llegaron o impresionaron, y por las que pienso que, si estás intentando crecer también en la salud del alma, es un camino más rápido y seguro, por el que en poco tiempo encontrarás mayores gracias que en meses o años de recorrido arduo. Porque es difícil —aunque hay quienes son excelentes en ello— aprender a poner a Dios en el centro de una liturgia pensada para que el centro sea el yo. Porque no hará falta aprender a separar el trigo de la cizaña para extraer el Pan de Vida.

1. Ad Orientem
El sacerdote celebra la Misa mirando hacia Dios, algo que siempre me ha parecido mejor. Hay gente que se toma esto como que está de espaldas al pueblo, pero eso es absurdo. Es como decir que la persona en el banco de delante de ti te está dando la espalda y ofenderte. Todos miramos en la misma dirección, hacia nuestra meta común, hacia Quien avanzamos juntos en el camino de la vida. Y hacia Quien debe ser el centro, fundamento y fin de la Misa.
Además, esta posición alude a Cristo como Sol de Justicia, Sol que nace de lo alto, tal y como le invocamos por ejemplo durante el Adviento en las Antífonas de la O. El Este es el punto cardinal por el que sale el sol, y miramos hacia allí expresando nuestra esperanza en la venida del verdadero Sol.
2. Recogimiento
Hay muchos más ratos de silencio y recogimiento interior, de manera que tienes la oportunidad de vivir la Misa mucho más, en vez de dejarte llevar por la inercia de ir diciendo lo que toca pero sin pensar o que te cale. Y enfatiza el sentido de ir todos juntos caminando hacia Dios, pero cada uno de forma personal. Creo que expresa maravillosamente a la vez el sentido tan personal y tan comunitario de la salvación.
También se marca más la diferencia entre el rol del sacerdote y el del pueblo, que participa de una manera distinta. Pero no es que haga ver al sacerdote como un ser por encima, pues a lo largo de la liturgia también se hace más hincapié en su condición de pecador. Ambas cosas hacen que no sea como un pastor protestante, yendo a la vez coleguita y guay. Ni es “uno más”, pues está representando a la Cabeza del Cuerpo Místico de la Iglesia; ni puede jactarse y creerse lo más (una manera en que muchos sacerdotes hacen esto es cambiando el canon de la Misa, lo cual es soberbia porque piensan que lo que ellos puedan inventarse es mejor).
3. Reverencia hacia la Palabra
No solo noto una mayor reverencia hacia Dios en la Eucaristía, sino también hacia Su Palabra. Después de todo, por eso no se recogen en la Biblia las conversaciones de Jesús y Sus amigos en las comidas, el small talk; sino cuando predicaba solemnemente, hablando con una autoridad que asombraba a la gente.
4. Dando gloria a Dios
He de reconocer que, a pesar de que nos repartían a todos un misal, a ratos me llegué a perder bastante. Y no me perdí más porque un amigo a mi lado cuidó de mí. Supongo que con el tiempo llegaré a pillar el ritmo. Pero lo relevante en esto es que tampoco me molestaba o me incomodaba perderme. Sabía que eso no era lo esencial del momento, sino que se estaba dando gloria a Dios, y eso me bastaba.
5. No se da la paz
Esa parte de la Misa en el Novus Ordo siempre me ha mosqueado… Para mí, lo de saludarse y abrazarse y tal está muy bien, pero antes o después de la Misa. No tiene sentido que se acabe de producir la Consagración, estemos a punto de recibir la Eucaristía, y ahí en medio de pronto nos distraigamos todos. Es como el peor momento posible. Y uno de los que da lugar a más abusos, porque la gente quiere saludar a todo el mundo y se pierde el Cordero de Dios, a veces hasta el sacerdote baja del altar y va recorriendo los bancos, cuando la gente va en grupo se arma la juerga padre…
6. La gente
En general, se aprecia más reverencia por parte de los fieles. Evidentemente esto es porque quien elige ir a una Misa Tridentina no es por casualidad, sino que ya se presupone el tipo de fe y actitud que tiene. Pero da lugar a un ambiente muy agradable. Y hay más sensación de unidad, por ejemplo porque todo el mundo sigue las rúbricas, de manera que nos arrodillamos y nos ponemos de pie al mismo tiempo, no cada uno como quiera. Esto hace que se consiga una atmósfera de más armonía y equilibrio.
7. Es práctica
¿Y lo útil que es que el idioma —el latín— sea el mismo en todo el mundo? Si todas las Misas fueran así, sería mucho más cómodo para viajar… Pero, además, este aspecto subraya la catolicidad, es decir, la universalidad, de la Iglesia. No somos ya el fruto de la disgregación de la Torre de Babel, sino que conformamos un solo pueblo. No solo los de este mundo. También remite a la Comunión de los Santos.

Pero con “práctica” me refiero también a que está mucho más preparada para vivir la Misa de una determinada manera.
- Puedes recibir la Comunión de rodillas y en la boca sin estar pendiente de si te vas a chocar con la persona de atrás, de qué hacer si el sacerdote se queda arriba de un escalón y por tanto tú te quedarías demasiado abajo de rodillas, o en general de cómo te van a mirar.
- No tienes que andar a ver si te tienes que cambiar de fila para que no te toque el ministro (o ministra) extraordinario.
- Puedes relajarte sabiendo que no tienes que estar alerta por si se dicen —¡me encantó la homilía, por cierto!— o se producen herejías a lo largo de la Misa.
Con todo esto, te quitas muchas distracciones y puedes centrarte más en lo importante.
8. Una belleza especial
Honestamente, me la esperaba más recargada y con florituras, en plan, que incluso pudiera distraer la forma del contenido. Pero para nada, ha sido sencilla, sobria y solemne. De gran belleza. Una belleza que va de lo interior a lo exterior. Es decir, no trata de poner un montón de cosas exteriores para intentar que la gente sienta algo en lo interior, sino que deja que el alma se exprese hacia el exterior en las formas que son más connaturales a ella, en adoración de la Divinidad.
La gente dice que la Misa tiene que ser más bien una reunión informal porque así comió Jesús con Sus discípulos en la Última Cena. Pero eso no se corresponde para nada con la realidad histórica. La Última Cena fue solemne. La Pascua judía no era quedar a cenar de tranquis. Tenía todo un ritual, todo con su simbolismo, su significado y su reverencia, recordando la Historia de la Salvación. Era algo serio y sentido.

Extra: llevar velo
Ha sido también la primera vez que he llevado velo (o mantilla) en una Misa, aunque llevaba tiempo queriendo hacerlo. Me apasiona su simbolismo, cómo, de los dos sexos, el hombre representa a Cristo y la mujer a la Iglesia, su Esposa.
También es lo que sigue más de cerca las palabras de San Pablo (1Cor 11, 4-16). Tengamos en cuenta que el santo insistió en que otras muchas tradiciones de su época no eran necesarias, incluso las más importantes, las que marcaba la ley mosaica, como la circuncisión. Tampoco parece que la de cubrirse la cabeza fuera una tradición súper consolidada, pues da a entender que algunos entre aquellos a quienes escribe no están de acuerdo. Y, con todo, es algo que le sigue pareciendo necesario.

Aclaremos
Una aclaración antes de terminar. Sé que varios de los puntos que he mencionado no tienen por qué ser exclusivos de una Misa Tridentina. La liturgia Novus Ordo puede aproximarse mucho cuando el sacerdote está bien formado y movido por un amor profundo a Cristo y a Su Iglesia, y conozco varios que son así y lo transmiten en sus Misas. Simplemente, no es lo que te encuentras en la mayoría de las parroquias normales. No pasa una semana sin que vea varias cosas que me chirrían, y por lo menos una que se pueda llamar abuso litúrgico.
Así que sí, si el sacerdote se esfuerza, tú te esfuerzas y el resto de los fieles se esfuerzan, se puede conseguir un efecto parecido. Pero todo parece diseñado para lo contrario. Así que no sé para qué dar tantas vueltas y poner tantos escollos.
¡Ve y compruébalo por ti mismo!
Ahora sí, conclusión. Tenemos que acercarnos a Dios, claro que sí. Pero hay un camino erróneo de hacerlo, que es intentar abajarle hacia nosotros, y otro correcto, que es dejarle que nos eleve hacia Él (parafraseando a Dietrich von Hildebrand). Creo que la Misa Tridentina conserva eso mejor.
Al menos, eso es lo que yo he vivido. Te invito a probarlo por ti mismo. Aquí puedes consultar las diferentes iglesias del mundo en las que se celebra esta Misa.
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¡Enhorabuena por este artículo!
¡Tienes cosas grandes que decir respecto a la belleza! ¡Ánimo con tu empeño apostólico!
Toda belleza humana es imagen refleja de la belleza divina, y no hada nada que se asemeje más al Cielo en la Tierra, después de la Virgen Santísima, que la Sagrada Liturgia de la Iglesia.