El ayuno intermitente está de moda, especialmente como método para perder peso. Menos conocida es la restricción calórica, en la que se basa en parte, aunque no sean lo mismo. Pero ambos están recibiendo mucha atención en el ámbito de la ciencia, con estudios impulsados principalmente por organizaciones enfocadas en la longevidad como el National Institute of Aging.
He estado leyendo muchas de estas publicaciones, que podéis localizar fácilmente en PubMed buscando “intermittent fasting” o “calorie restriction”. También artículos más orientados a la divulgación. Y, aunque los resultados parecen revolucionarios a primera vista… al mirarlos con la mente fría se descubren muchos agujeros e interrogantes. Esto es de lo que voy a tratar a lo largo de las próximas dos entradas.
Perdonad la falta de citación de literatura científica. No pretendo aquí hacer una revisión de los estudios, sino plantear una serie de consideraciones a la hora de interpretarlos. Lanzar algunas preguntas que hacerse para analizarlos críticamente.
¿Ayuno intermitente o restricción calórica?
Veo que, en muchas publicaciones, cuando se sube un poco del nivel de a pie de método de perder peso, lo que se hace es asociar el ayuno intermitente a algo llamado restricción calórica. No se debe confundir este concepto con el de déficit calórico, que es simplemente ingerir menos calorías de las que se gastan para perder peso.
La restricción calórica supone vivir constantemente con menos calorías de las que nuestro cuerpo necesita, aunque sus partidarios dirán que lo que pasa es que las cantidades que nos recomiendan son demasiado altas y que se puede vivir con mucho menos. Ellos creen que, siguiendo una dieta lo más restringida posible, podrán alargar su tiempo de vida. Aunque sea a costa de la salud mental, e incluso, paradójicamente, física, como veremos.
A raíz de esto, hay quienes defienden el ayuno intermitente como un método de “engañar” al cuerpo, de modo que se puedan tener los beneficios para la longevidad que promete la restricción calórica, pero sin tener que reducir realmente las calorías en total; simplemente, distribuyéndolas de manera que pasemos más tiempo sin comer. Su teoría es que, dado que la autofagia —regeneración celular— ocurre cuando no comemos, cuanto más largo sea el tiempo en que no comemos, más se potenciará ese proceso y ese es el secreto de la eterna juventud.
Pero piensa en esto
Lo cierto es que todos practicamos ayuno intermitente. No comemos todo el rato, ayunamos entre comidas. El período de ayuno más largo es el que va desde nuestra última comida de un día hasta nuestra primera comida del siguiente, que debería ser de al menos 8 horas, preferiblemente 10 (parece ser mejor no comer justo antes de acostarse). En esos tiempos, nuestro cuerpo lleva a cabo la autofagia. Pero ellos creen que no es suficiente, solo que no se ponen de acuerdo en cómo sí sería suficiente. Hay varias maneras de hacer ayuno intermitente, que van desde ayunar por completo uno o varios días a la semana a comer todos los días, pero solo a ciertas horas.

Proceloso mundo de las dietas. No existen dietas milagro. A mi juicio comer sano es el objetivo.
https://www.hsph.harvard.edu/nutritionsource/healthy-eating-plate/translations/spanish/ .
Tal cual! Y esa es una buena guía para empezar 🙂
Se me olvidaba. El gold standard en materia de nutrición es la adquisición de hábitos saludables. Es mi opinión.
Utilísimo!
Muchas gracias! 🙂