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Christian life, Diet culture, Faith, Food, Nutrition  /  enero 8, 2019

Comida y conciencia: dilemas de una omnívora ética novata (ex-anoréxica): I

Hace poco que me he empezado a cuestionar de dónde viene mi comida.

Hace poco. Porque, cuando estás en recuperación de un trastorno alimenticio, lo importante es no cuestionar la comida. Comerla. Intentar disfrutarla. Aprender a quererla. Ya tienes suficientes reglas y prohibiciones (que hay que ir superando), como para inventarte otras nuevas.

Una vez que tu relación con la comida es mejor y más estable, puedes empezar a pensar más allá, siempre que seas sincera contigo misma y no utilices tus elecciones para restringir o como una nueva forma de control obsesivo. Sino por verdadera convicción, y escogiendo aquello que te hace sentirte bien, más viva y feliz. Que esté en línea con tus principios y enriquezca tu vida.

Así fue como, primero, comencé a dejar de lado los ultraprocesados que comía en grandes cantidades al comienzo de mi recuperación (¡lo que fue bueno, pues había que enfrentar todas las comidas que daban miedo!), y a optar por la comida real, sin aditivos perjudiciales, sin aceites refinados, sin cantidades ingentes de azúcares añadidos… Siempre con cuidado de no caer en la ortorexia, que no me importaran las excepciones. 

Y ya recientemente, he empezado a pensar e investigar acerca del impacto de lo que como sobre el medio ambiente y sobre la vida de los animales. Creo que tiene que ver con el hecho de que me haya tocado San Francisco de Asís como santo protector en este año.

omnivoro etico santo

Descubriendo el omnivorismo ético

En realidad, la ecología es algo que siempre ha estado presente en mi vida, y considero que soy más consciente que la mayoría de la gente que conozco… Pero me he dado cuenta que no hacía sino lo mínimo, y por ejemplo pasaba por alto algo tan crucial como la comida: algo que todos consumimos todos los días y que compramos todas las semanas, incluso más de una vez a la semana.

Tras descartar hacerme vegana, profundicé un poco más y encontré el omnivorismo ético, que enseguida hizo clic conmigo. Una forma de comer, y es más, todo un estilo de vida, que acepta las realidades biológicas sobre el ser humano (como que es omnívoro, o que no se puede equiparar a los animales), la naturaleza, y las interrelaciones entre ambos que pueden ser más beneficiosas para todos. 

Eso sí, un estilo de vida difícil y que requiere compromiso y un continuo aprendizaje. Mi mayor problema es el agobio que me entra al ver cuántas cosas están mal y lo poco o nada que hace la gente por cambiarlas, así como al ver cuántas cosas tendría que cambiar yo misma y lo lejos que estoy de personas mucho más avanzadas en este camino.

Qué dirán…

Otro gran problema es el “qué dirán”. Pensar que la gente se va a reír de mí, que me van a llamar exagerada, extremista, aguafiestas, ilusa o cualquier cosa. Que me van a tratar de forma burlona o condescendiente. Obviamente, la solución a esto es que no me importe. Además de saber que normalmente espero lo peor de la gente y luego el porcentaje de los que se comportan así no es en absoluto tan alto.

Pero hay algo peor. Que me tachen de hipócrita. Apenas estoy en las primeras tentativas y todo es ensayo-error, aprendiendo cada día nuevas cosas que me llevan a tomar decisiones distintas y afianzando hábitos que me permiten a su vez implantar otros nuevos. Por tanto, son momentos en los que continuamente tengo que rectificar, retocar y mejorar, y entonces me da vergüenza que la gente cuestione por qué ahora rechazo comer algo que la semana anterior comía, o por qué ahora digo que es aceptable algo que condenaba la anterior. 

Pero, por otro lado, soy una firme defensora de que nadie tiene el deber de seguir siendo la misma persona que era hace un segundo. Tenemos que hacer lo mejor en cada momento con la información y las luces de que disponemos. Si estas cambia, lo moral es cambiar, hacer honor a la nueva verdad descubierta, ponerse en camino, seguir en búsqueda. 

Yo soy firme en mis principios y flexible en los medios. Tengo claro en lo que creo respecto a que tenemos ciertos deberes y responsabilidades con la creación y las criaturas. Cómo llevar este principio a la práctica es algo que se va viendo con la educación. (¡¡¡Por eso, si alguien sabe de este tema, por favor que hable conmigo!!!)

Choque de factores

Ser omnívoro ético es complicado, además, por la gran cantidad de factores que entran en juego a la hora de tomar una decisión. Sabemos que en el mundo rara vez algo es blanco o negro, y rechazamos las soluciones simplistas. Por ejemplo, un vegano consecuente tiene una directriz bien definida: la prioridad es no matar animales. Puede que además le preocupe el medio ambiente, la justicia social o su salud, pero, si hay que elegir, el criterio último está claro. Por eso, ante una disyuntiva, elegirá antes una comida vegana ultraprocesada que un producto natural de origen animal, o un producto exótico de fuera de temporada antes que una carne local sostenible. 

En cambio, cuando eres omnívoro ético, en ocasiones surgen dilemas que ponen en conflicto diferentes factores que te importan, y tienes que decidir individualmente a cuál vas a dar más peso a la hora de tomar la decisión final. Afortunadamente, muchas veces están interrelacionados. Pero no siempre.

Bienestar animal

El bienestar animal es uno de los factores clave, y en mi opinión sería el más importante a la hora de comprar productos animales, por encima de otras consideraciones. Esto implica que la cría sea más extensiva, que los animales puedan salir al aire libre y disfrutar de un espacio suficiente para moverse con holgura, que se respeten sus ciclos biológicos naturales en lugar de acelerarlos con antibióticos (esto afortunadamente está prohibido en la Unión Europea), que lleven una alimentación lo más natural posible… De hecho, lo ideal es cuando pastan, ya que ello contribuye al mantenimiento de los ecosistemas y los suelos y promueve el secuestro de carbono, lo que minimiza el impacto ambiental. 

Vale la pena recalcar que yo no pienso, como ciertos grupos, que los animales tengan derechos; por el contrario, lo que creo es que los seres humanos tenemos deberes para con ellos.

omnivoro etico animales

Vegetales, ¿inocentes?

Pero el consumo de productos vegetales, o la sustitución de los productos animales por estos, no está exento de problemas. Las enormes plantaciones intensivas de monocultivo empobrecen el suelo, frente al mejor sistema que es la convivencia de animales y plantas (ganadería y agricultura), que permite una regeneración más natural. Es de sobra conocida la polémica del aceite de palma y la salvaje deforestación de los bosques tropicales que está provocando. 

Además, aquí las etiquetas no son de tanta utilidad. En los productos animales, el sello de agricultura ecológica o la certificación de orgánico garantizan unos principios de bienestar animal. En cambio, en los productos vegetales, básicamente se refiere a no usar pesticidas artificiales y transgénicos. De lo primero no estoy automáticamente en contra; de lo segundo, estoy completamente a favor. 

El transporte

El transporte es un problema en sí mismo, por la contaminación que provoca. Cuanto más cerca se produzca un alimento, menos kilómetros tiene que ser transportado hasta que llega a tu mesa. Por eso, existe una tendencia a decir que hay que comprar productos locales o nacionales para evitar estas emisiones de carbono. 

No obstante, lo cierto es que la fase de producción es la más significativa a la hora de decidir lo contaminante que ha sido el producto, de modo que no siempre comprar algo que venga de más cerca garantiza que haya contaminado menos. De hecho, dependiendo del sistema de transporte utilizado para llevarlo hasta la tienda, se dan casos incluso en los que el propio transporte es menos contaminante para un producto que viene de lejos que para uno que viene de cerca. 

omnivoro etico camion

Local vs Internacional

Otro argumento a favor de los productos locales y nacionales es apoyar la economía propia. Pero, ¿qué pasa con la economía de los países pobres? ¿Es ético perjudicar su exportación, que equivale a coartar su desarrollo? Por ejemplo —y en contra de la leyenda popular—, la exportación de quinoa desde que este alimento se puso de moda ha contribuido a incrementar significativamente la calidad de vida de los agricultores peruanos, y de toda la población de ese país en general. No me parece justo relegar a las áreas más empobrecidas del planeta a una economía de autoconsumo.

omnivoro etico mundo

Plástico

Un problema que a veces pasa más desapercibido es el del plástico. Odio que en los supermercados me hagan coger una bolsa de plástico distinta para cada tipo fruta y verdura que quiero comprar (aunque esas las reutilizo, pero aun así da rabia). Odio cuando los alimentos vienen envueltos en capas y capas de plástico, como pasa con muchas lechugas. Odio cuando hay un envase de plástico, y dentro cada porción del alimento está a su vez envuelta en plástico. 

Cobrar las bolsas de plástico para llevar la compra ha sido un muy buen avance, y prohibirlas como están haciendo algunas tiendas, todavía más. Pero aun así el desperdicio me da náuseas. Ya ni hablamos de cuando vas a cafeterías y sitios de comida rápida: vasos de plástico, cubiertos de plástico, pajitas… 

Elecciones de consumo

Hay que tener en cuenta que tienes un presupuesto limitado. De nuevo, tienes que decidir cuáles son tus prioridades a la hora de invertirlo, porque probablemente no puedas comprarlo todo como te gustaría. Sobre todo, teniendo en cuenta que el coste de la comida ecológica, de bienestar animal, etc., es por lo general más alto. Esto a veces está justificado (obviamente cuesta más criar a unos animales al aire libre, pastando, etc., que hacinados en una nave), y otras no, o al menos no tanto. Los precios inflados se reducirán a medida que aumente la demanda y se endurezcan las normativas; ambas cosas obligarán a que los productores bajen hasta el precio real. 

De todos modos, creo que nos hemos acostumbrado a pagar demasiado poco por la comida. Nos encantan las ofertas y nos vanagloriamos de ahorrar al máximo, sin pensar que lo barato sale caro, que, para que esos productos lleguen al supermercado a precios bajos, las condiciones en que se han obtenido han salido muy caras para los animales, para el planeta y quizás para poblaciones desfavorecidas.

Resultados

En definitiva, tal y como está estructurado el sistema, nuestro dinero es nuestro voto, y nuestras elecciones de consumo son la mejor forma de influir para que haya un cambio a gran escala. Y ya estamos viendo que funciona. Puede que todavía haya pocas opciones ecológicas y saludables en comparación con las que no lo son, y que sean caras, pero el caso es que empieza a haberlas. 

Las empresas se están dando cuenta de que a los consumidores les importa la política medioambiental que sigan y demandan responsabilidad y transparencia. Me da igual que hagan cambios solo por el beneficio, eso es un problema de su conciencia. 

Así, cada vez se pueden ver en los pasillos de los supermercados más productos vegetarianos y veganos, a pesar de que estas comunidades solo supongan el 1’3% y el 0’2% de la población respectivamente. No he encontrado estadísticas sobre omnívoros éticos, pero la oferta de productos de bienestar animal también está en auge. 

Supermercados como Carrefour o Lidl están haciendo de la sostenibilidad su bandera. Las grandes cadenas de restaurantes incluyen en sus páginas web un apartado sobre sus avances en esta materia; por ejemplo, Starbucks no usa huevos de gallinas en jaula, y el pescado de McDonald’s está certificado como sostenible por el Marine Stewardship Council. Proliferan los restaurantes especializados en comida vegetariana, que en España han pasado de 353 en 2011 a 703 en 2017. 

Esperanza

Estos son solo algunos datos que, junto a muchos otros y la propia observación de nuestro entorno, nos permiten ser optimistas en el sentido de que nuestras elecciones de consumo realmente cuentan, que cada vez más empresas y más productores se dan cuenta de que algo está cambiando y de que ellos tienen que cambiar también. Somos pocos, pero tenemos fuerza.

Incluso si no podemos cambiar todas nuestras compras de primeras, cada vez que invertimos en un producto más sostenible, estamos diciendo al mercado que hay demanda de ese tipo de productos, apoyando a quienes los fabrican, y mostrando a quienes no los fabrican que, si siguen así, perderán clientes.

omnivoro etico comida
Un plato casero mío con pollo de bienestar animal.

Esta entrada va a tener una segunda parte, en la que hablaré de cómo estos resultados tienen un peligro escondido: el greenwashing. ¡Y os contaré algunas de las prácticas concretas que he adoptado para ser más ética en mi omnivorismo! Seguid conectados (podéis suscribiros a mi lista de correo abajo para no perderos ninguna entrada).

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