En la primera parte de esta entrada, hablamos sobre algunos de los aspectos más irracionales de los trastornos alimenticios: la idea de perfección como delgadez; cómo revuelve nuestro cerebro y nos hace tener ideas absurdas; cómo controla, retuerce y destruye cada aspecto de nuestra vida pero todavía pensamos que todo va bien; los rituales que nos obliga a seguir, y su fijación con las calorías. Hoy, vamos a explorar algunos más… y ver qué podemos hacer con ellos ya estemos en recuperación de un TCA o bien ayudando a alguien que lo esté.
Imagen corporal
Este es un ejemplo claro de la falta de racionalidad de los trastornos alimenticios. El número que aparece en la báscula puede decir que estás desnutrida, pero lo que tú ves en el espejo es que todavía deberías adelgazar más. Es decir, hay un conflicto entre una realidad objetiva y una percepción subjetiva. ¿A cuál das más crédito? Bingo. Y en los tiempos modernos esto se ha exacerbado por culpa del auge del subjetivismo. La realidad ya no debe condicionar lo que uno piensa, sino que lo que uno piensa es lo que constituye la realidad. Solo que, afortunadamente, a algunos todavía se nos sigue parando los pies.
