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Christian life, Faith, Fitness  /  julio 20, 2018

Soy cristiana y practico yoga: por qué no son cosas incompatibles

Si dijera que soy cristiana y hago unos ejercicios de estiramiento, fuerza y equilibrio, que ayudan a mejorar la flexibilidad y controlar la respiración, y que permiten relajarse y energizarse, seguro que a todo el mundo le parecería estupendo. En cambio, si por comodidad del lenguaje quiero reducir 13 palabras a 1 y decir que hago yoga, empiezan los problemas.

El yoga como ejercicio

Habréis notado que arriba he reducido mi definición del yoga a aspectos puramente corporales. Esto es porque para mí, en primer lugar, el yoga es un tipo de ejercicio más. Una serie de posturas y movimientos que podemos realizar con nuestro cuerpo como parte de nuestro entrenamiento. Eso sí, una forma de ejercicio especialmente provechosa, ya que nos trae multitud de beneficios. Entre ellos:

  • Remedia el dolor de espalda

    Cuando empecé a hacer yoga noté una mejoría evidente e inmediata en mis problemas de espalda. Ayuda a descargarla y estirarla, y además te enseña a mantener una buena postura durante el resto del tiempo.

  • Permite estirar los músculos

    Por ello viene genial después de una dura sesión de entrenamiento, o cuando te sientes un poco agarrotado.

  • Ayuda a relajar el cuerpo y la mente

    Muchas veces vivimos estresados, de manera que tenemos la cabeza siempre llena de cosas y a punto de estallar, y esto se transmite a nuestro cuerpo, haciéndonos estar más rígidos y cansados. El yoga es un momento para parar, desconectar y liberar esas tensiones.

  • Ayuda a hacer silencio

    En nuestra cultura parece que el silencio es aburrido y se evita a toda costa porque no es “productivo”. Cuando no es música, la televisión, un podcast, etc., es pasar revista mentalmente a nuestra lista de cosas por hacer. Todo eso está muy bien, pero el silencio es también una necesidad humana y el yoga proporciona una gran oportunidad de cuidarlo.

  • Mejora la flexibilidad y el equilibrio

    Esto no solo es bueno para la salud y seguro que lo agradeceremos cuando seamos mayores, sino que además nos servirá muchísimo para practicar otro tipo de ejercicios, mejorando nuestra capacidad y rendimiento.

  • Enseña a respirar

    Normalmente no prestamos atención a nuestra respiración, pero es decisiva para armonizar cuerpo y mente, sobre todo en situaciones de estrés.

  • Nos recarga de energía

    Esto, aunque pueda parecer contradictorio, sucede en general al hacer ejercicio ya que libera endorfinas. Ahora réstale el cansancio que produce hacer ejercicio y súmale todos los beneficios anteriores. Boom. Chute de energía.

cristiano y yoga

Por supuesto, para conseguir todo esto valdrían otras posturas, se podrían inventar otros sistemas, pero ¿para qué buscar cosas nuevas si ya existen unas que funcionan? Yo esta vez me quedo con la ley del mínimo esfuerzo.

La espiritualidad del yoga

Una de las objeciones más comunes de los cristianos al yoga es que en su cultura de origen, la hindú, es una práctica sagrada, y es por eso que no podemos utilizarla. Sin embargo, este argumento no me convence. Desde siempre el cristianismo ha asimilado cosas culturales e incluso que tenían un sentido espiritual (si no, no tendríamos árbol de Navidad, por ejemplo). Ha admitido lo que había de bueno y verdadero en esas prácticas y lo ha llevado a plenitud. Desde San Pablo hasta los misioneros en tierras lejanas, ha sido frecuente la aculturación.

¿Qué dice la Iglesia?

Merece la pena leer la Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana, escrita por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1989, y que es el único pronunciamiento oficial del Vaticano sobre este tema que he encontrado. Aquí examinaremos los pasajes más significativos:

16. La mayor parte de las grandes religiones que han buscado la unión con Dios en la oración han indicado también caminos para conseguirla. Como «la Iglesia católica nada rechaza de lo que, en estas religiones, hay de verdadero y santo», no se deberían despreciar sin previa consideración estas indicaciones, por el mero hecho de no ser cristianas. Se podrá, al contrario, tomar de ellas lo que tienen de útil, a condición de mantener la concepción cristiana de la oración, su lógica y sus exigencias, porque sólo dentro de esta totalidad esos fragmentos podrán ser reformados y asumidos. -> Este punto es clave, pues invita a no rechazar de plano prácticas como esta, no tenemos por qué cerrarnos a que solo hay una manera correcta de hacer oración y que nada podemos aprender de otras tradiciones. No se trata de copiarlas acríticamente, sino de asimilarlas, hacerlas nuestras.

19. En este punto, San Agustín es un maestro insigne. Si quieres encontrar a Dios, dice, desprecia el mundo exterior y entra en ti mismo; sin embargo, prosigue, no te quedes allí, sino sube por encima de ti mismo, porque tú no eres Dios: Él es más profundo y grande que tú. -> en este mundo con frecuencia vivimos fuera de nosotros mismos. El yoga nos ayuda a entrar en nosotros, y es en nuestra intimidad donde podremos escuchar la voz de Dios. 

cristiano y yoga

El cuerpo en la oración

26. La experiencia humana demuestra que la posición y la actitud del cuerpo no dejan de tener influencia sobre el recogimiento y la disposición del espíritu […] En la oración, el hombre entero debe entrar en relación con Dios y, por consiguiente, también su cuerpo debe adoptar la postura más propicia al recogimiento. Tal posición puede expresar simbólicamente la misma oración, variando según las culturas y la sensibilidad personal. -> Somos cuerpo y alma y, por tanto, podemos rezar también con el cuerpo, de la manera que más nos ayude.

27. La meditación cristiana de Oriente ha valorizado el simbolismo psicofísico, que a menudo falta en la oración de Occidente. Este simbolismo puede ir desde una determinada actitud corpórea hasta las funciones vitales fundamentales, como la respiración o el latido cardíaco. -> Todos los aspectos mencionados son tratados en el yoga, de modo que es una práctica que nos predispone adecuadamente a la oración.

28. Esto no impide que auténticas prácticas de meditación provenientes del Oriente cristiano y de las grandes religiones no cristianas, que ejercen un atractivo sobre el hombre de hoy, alienado y turbado, puedan constituir un medio adecuado para ayudar a la persona que hace oración a estar interiormente distendida delante de Dios, aunque le urjan las solicitaciones exteriores. -> Nada más que añadir. El yoga no es oración, pero sí puede ser una ayuda para la oración, pues contribuye a que el hombre vuelva a su interior y se despeje de tanto ruido y estrés.

cristiano y yoga

Una advertencia

Hay que decir que la propia carta contiene una advertencia contra las personas “insuficientemente preparadas” (26). Para ellos, “el simbolismo, comprendido en modo inadecuado e incorrecto, puede incluso convertirse en un ídolo” (27). Es importante no confundir las sensaciones físicas gratificantes con experiencias del Espíritu Santo (28). Por tanto, para empezar, se necesita una sólida formación cristiana. Además, solo debes usar el yoga en tanto en cuanto te ayude de verdad como a mí a acercarte a Dios. Si no te sirve, deséchalo. Y por supuesto, todo con cabeza: lo que no se puede hacer es ir a un centro new age a practicarlo, recitar cosas extrañas, etc.

Namaste

Otro aspecto destacable es el saludo que se suele hacer al empezar y terminar las sesiones de yoga: namaste. Nama significa inclinarse, que en Asia es la manera de saludar respetuosamente; as significa yo y te, a ti **. Pero no es meramente inclinarse hacia la otra persona. Este saludo se dice por la creencia en que el espíritu divino habita en el otro. Por tanto, sería algo así como: “lo divino en mi saluda a lo divino en ti”. Aunque no de la misma manera que ellos, los cristianos también creemos que Dios está dentro de nosotros, en cada uno (y sobre todo tras la Eucaristía). Namaste en cristiano sería reconocer al otro como ser humano con un alma inmortal, creado a imagen y semejanza de Dios y en quien está presente el propio Cristo.

El yoga en la recuperación de TCA

Cuando estaba en un peso extremadamente bajo, un poco de yoga era todo el ejercicio que se me permitía hacer. Me ayudó en los inicios de mi recuperación a aprender a mirar mi cuerpo de otra manera, a tratarlo bien y actuar en colaboración con él. A valorarlo por lo que era y lo que podía hacer y no solo por cómo yo lo veía en el espejo. A entender que el sentido del ejercicio no era quemar la mayor cantidad de calorías posible. 

Ahora, el yoga es para mí un momento para dar gracias a Dios después de mi rutina de ejercicio, dándome cuenta de la maravilla que es que tenga huesos y músculos sanos y fuertes que me permitan hacer esas cosas, sintiéndome realizada de estar cuidando bien de este cuerpo que Dios me ha prestado y es su propiedad, después de maltratarlo tantos años; dando gracias también por cómo ahora sé usar bien del ejercicio, no como forma de castigo, y de que a continuación voy a seguir respetando su creación comiendo adecuadamente al esfuerzo realizado.

cristiano y yoga

Consejos para convertir el yoga en oración

Los cristianos estamos llamados a orar sin cesar, y nuestro momento de práctica del yoga no debe ser una excepción. ¿Cómo podemos utilizarlo para invitar a Dios a nuestra alma? Estas son algunas estrategias:

  • Ofreciéndolo

    Esto es lo que marca toda la diferencia, como en el resto de cosas que hacemos en nuestra vida. No es lo mismo estudiar que estudiar para el Señor, trabajar que trabajar para el Señor. No es tanto qué hacemos, sino cómo, por qué y para Quién lo hacemos. Cualquier realidad mundana queda entonces transformada. (Nota: evidentemente solo se deben ofrecer cosas buenas. Estoy dando por hecho que el yoga lo es, por lo expuesto arriba).

  • Contemplando

    Es un momento privilegiado para hacer oración contemplativa. Normalmente rezamos hablando, contando lo que nos pasa, pidiendo cosas, dando gracias, meditando sobre un texto… pero nos cuesta hacer el silencio suficiente para contemplar. Cuando rezo haciendo yoga, muchas veces no digo nada, simplemente aquello que dijo aquel hombre sencillo al Santo Cura de Ars:  “yo le miro y Él me mira”, y sé que Él sabe todas esas cosas que estoy pensando. 

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  • Asociando las posturas a realidades cristianas

    También podemos meditar sobre misterios de la fe aprovechando la postura que estemos haciendo. Por ejemplo, en la pose del árbol podemos pensar sobre el Árbol de la Vida, en la de la silla sobre la cátedra de San Pedro, en la del barco sobre el Arca de Noé, en la de la langosta sobre las plagas de Egipto, etc. En general en todas las posturas llamadas como elementos naturales podemos meditar sobre la Creación, y mi favorita: la pose del niño para rendirme a Dios totalmente y sentirme como una niña pequeña en brazos de su Padre.

  • Rezando con la respiración

    Invitar al Espíritu Santo en cada inhalación, y expulsar todo lo que no es de Dios en nosotros (egoísmos, rencores, falta de fe y de confianza, etc.) en cada exhalación.

  • Recitando oraciones

    La que más recomiendo es el Rosario por el contenido de contemplación de cada misterio. También es una gran idea repetir una oración, por ejemplo el Padre Nuestro, como «mantra» e ir penetrando cada vez más en las palabras, captando su esencia (¡esto es lo que llevo a la conversión a Tatiana Goricheva!-Lo relata en su libro Hablar de Dios resulta peligroso).

 

En definitiva, el yoga no es solo una práctica beneficiosa para la salud física (¡que lo es y mucho!), sino que, convenientemente asimilada, puede ser también muy fructífera para la salud espiritual del cristiano, creando una actitud exterior e interior propicia para estar a solas con Dios en oración. ¡No lo deseches hasta que no lo intentes!

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